Para que luego digan que el incesto transexual no existe, cuando en realidad es lo más comprensible del mundo. Uno tiene un hermanastro que de pronto se declara transex y se va a una clínica para hacerse un cambio de sexo parcial. Cuando vuelve, ese hermanastro es ahora casi hermanastra, con un buen par de tetas, la vez cambiada, y todo el sex appeal de la hembra más zorra. Cierto, todavía tiene un rabo colgando, pero eso es difícil de recordar cuando la ve delante de él moviendo el culo y marcando escote. Y así es como, entre la curiosidad, el morbo y las ganas de follar, uno acaba poniéndose a cuatro patas para que tu hermanastra trans te folle el culo.