Esta puta degenerada lleva un tiempo practicando juegos de sexo extremo. Todo empezó cuando se compró un traje de látex y una fusta, y pensó que podía jugar con su novio en plan dominatrix. Pero a él no le gustó ese rollo y acabó dejándola, aunque ella, lejos de deprimirse, se lanzó a la aventura y se desmelenó, buscando pollas cada noche con las que poder divertirse. Y descubrió que entre los transexuales, e incluso entre los tíos vestidos de mujer, sus juegos macabros eran muy bien recibidos, así que ahora se ha convertido en la castigadora oficial de estos hombres.